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lunes, 26 de diciembre de 2011

FILMS PARA FIN DE AÑO

- Como cada año, vi de nuevo Casa Blanca, una película que en una ocasión consideré insuperable. Pueda que como todo criterio, mi opinión haya cambiado. Hace unos días compré dos películas por cinco quetzales. Pareciera mentira que entre las películas que oí mencionar hace ya unos años y que nunca pudiera ver, estaba La vida es bella. Es una verdadera maravilla que además de ser divertida, contenga esos elementos que hacían de mi película favorita una de las más completas. Por cinco quetzales pude también adquirir, como cosa de la fortuna, esa joya de Iñarritu que explora la finita noción de la distancia y la infinita probabilidad de que en el mundo todo este interconectado. Babel es una de esas películas de las cuales uno termina en una epifanía. Mi nueva mejor película es La vida es bella, aunque también en este mes pude ver El séptimo sello y Fresas salvajes de Bergman, que son obras universales con contenidos tan vigentes en el subconsciente colectivo, cómo revelar estos estados de la condición humana en una hora y media.
- El cine norteamericano también estuvo en mi repertorio y nada mejor que Los Simpsons Movie. El brutal sinsentido y la armonía disfuncional de Springfield son el mejor reflejo, ahora quizás no sólo de la sociedad norteamericana, sino que ya por osmosis, de las ciudades latinoamericanas que contienen ese humor tan negro y ameno desde sus medios escritos y televisivos. Pero lejos de la gravedad que pueda representar el mundo de Matt Groening, todo el mundo disfruta de tantas ocurrencias brillantes. Aunque la serie es y ha sido mucho más singular que la película. Luego de unos años, creo que una de esas películas que son buenas para ver en familia y logran la plena atención de todos es The Proposal, una comedía interpretada por Sandra Bullock y Ryan Reynolds, quien me recuerda la película de Linterna verde, y la Bullock ha perfeccionado esa pose de diva hollywoodense tan bien que sus papeles cada vez van menos con su actuación. No puedo olvidarla haciendo el ridículo en esa película en la cual es policía y tiene que participar, de infiltrada, en un concurso de belleza. Por lo demás, esa película, además de Mission Impossible 4 son medianamente buenas, quizás es mejor ver de nuevo alguna película clásica de Federico Fellini como El ladron de bicicletas. Por cierto para navidad no hay como ver y recordar esa película de Christmas Carol, adaptación de la novela de Charles Dickens.

martes, 20 de diciembre de 2011

CHRONIQUE D'UNE SEULE ANNEE /2011

En enero y febrero me ocurrió algo trascendental. Por fin, como en un golpe de voluntad y determinación, encausé el proyecto de una editorial artesanal en la que por fin se publicó mi libro y un libro de jóvenes escritoras mujeres. Eso no fuera tan relevante sin contar con los medios escritos que tomaron aquella aventura como una noticia nacional. Publicar un primer libro en mi caso fue la mayor fortuna y el más extraño giro de suerte que podía saborear.
En marzo y abril ya estaba instalado en un pueblo de Sacatepequez. Es curioso que yo mismo sabía que al publicar el libro las circunstancias iban a empezar a girar en torno mío. Pero lo que no sabía es que iba a sacrificar tantas cosas por una vocación. Lo dejé todo y me encaminé al volcán de Agua (Hunahpú), con tres cuadros de mis pintores favoritos: Alejandro Urrutia, Ramírez Amaya y Edgar Andaverde. Conocí las libras esterlinas y a una mujer de Polonia que me contó secretos socialistas para hacer dinero límpio.
Mayo y junio, duros meses de aprendizaje salvaje y lectura. Me daba vueltas y vueltas en la cabeza el final de una etapa, además de revisar el pasado vuelta a vuelta hasta encontrarme culpable o justificado de cara a mis caprichos trascendentales. Me sentí egoísta y entré en pánicos solitarios mientras convivía con personas locales. Conocí muy bien el área de Sacatepequez y me embrujé con todos sus paisajes. Leí con calma y fumé a escondidas.
Julio y agosto fueron meses extraños. Estaba vaciado de mi mismo, o mejor dicho, del antiguo ser que yo era. Terminé algunos poemas y uno o dos amigos providenciales me ayudaron a soltarme en Antigua haciendo algunas lecturas de poesía. Yo no soy poeta, pero me ha perseguido el estigma de que la gente piense que lo que escribo es lírico. Conocí la sensación de extrañar la ciudad y la nostalgia de las conversaciones felices sentado en el Bar Central. Me mordí la lengua por varias palabras dichas o escritas. Conocí a fondo los bajos fondos de Sacatepequez. Trabajé a conciencia y logré que sobrenadara mi nombre a cuarenta kilómetros de donde había nacido.
Septiembre y octubre me aburrí como loco. Mi carácter y mis ideas con respecto a la política no mejoraron. Fue una lastima confrontarme como socialista y al mismo tiempo reírme de las canciones de Silvio Rodríguez. Leí un libro de Gerald Martin y fue como si reconociera a un amigo. Empecé a corregir una novela que daba por terminada. Los meses de enero y febrero se me volcaban como una pesadilla romántica.
Noviembre fue un reencuentro conmigo mismo. En realidad este año 2011 fue una temporada dantesca. En realidad con los primeros vientos de octubre fue como si me volviera el alma. Precisamente en ese tiempo leí un cuento, de esas historias Sufies que rezaba “…un rico explorador contrató a dos guías nómadas que lo guiaron por el desierto; el explorador les ofreció más dinero para que recorrieran el camino trazado en menos tiempo sin descansar un solo momento. Los guías aceptaron. Dormían poco y comían apresurados, hasta que en una vuelta se sentaron y no se quisieron levantar. El explorador les animó ofreciéndoles el triple de lo que les había ofrecido para que siguieran al ritmo anterior, pero los guías dijeron: hemos caminado mucho y demasiado rápido, no nos levantaremos hasta que nuestras almas nos alcancen.” Al leer esta historia entendí todo, o casi todo.
Diciembre esta siendo. Es necesario recordar que el año pasado para está época disfrutaba de una inestabilidad abrumadora. Agradezco eso que viví y la forma en nos fuimos liberando mutuamente, quizás con abruptas distancias físicas e infantiles muestras de independencia de mi parte, pero todo tiempo es cíclico y de una u otra forma siempre terminamos bajo sus ruedas. Mis padres están en el film de sus historias y estoy volviendo a ver caras conocidas en el centro de la ciudad y a familiares que ahora me ven, tras la distancia, con ojos edénicos. No creo en la navidad pero si en el año nuevo.
Nos vemos por allá en el 2012, muy pronto.
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-Video producido por PajaroJaguar, veanlo y presientan el futuro.

Notas y Libros/Diciembre 2011

Sonidos/Plural: Simón Pedroza
…ciudad; noche extensa que a todos nos acontece.
Sonidos que se remasterizan en la imaginación y el subconsciente, colores, formas que flotan, imágenes concretas que se van difuminando, pixelandose a momentos y llenándose de silencio y vació. Sonidos/Plural es una obra experimental como todo lo de Pedroza, pero es una travesía también de descubrimiento de uno mismo y su circunstancia. El poema es una brecha, un corte, una exhumación de un ejercicio hecho antes por surrealistas y niños. Es un libro para crear sobre lo creado. Da muchas ideas a músicos y arquitectos que escribirán con ladrillo.
Tedio: Moho
Pero hay días, en que todo parece una exigencia. Por ser deudor de todos nadie me debe a mí, hasta mi felicidad, mis ideas y mis posibilidades, se las debo a un montón de gente…
De todos los libros de guatemaltecos que hasta ahora he leído, hay dos libros que me llaman mucho la atención por su frontal lucha contra las metáforas y esa realidad que disputa en todo con la poesía barroca o mal llamada romántica: Soledad Brother de Javier Payeras y ahora mismo Tedio de un integrante de esa formación anónima que viene en alguna línea directa con los enunciados de S.O.P.A. y su editorial. El nombre del sujeto es Moho. Por casualidad, o por causalidad lo conocí para la entrega de un libro en este mes de diciembre. El tipo tiene un nombre, pero es mejor su sobrenombre que nos avienta al muro olvidado en la humedad o a la tortilla desamparada en un rincón donde le empieza, a todo eso, a brotar moho. Los poemas del libro son directos. Pensé, en Panajachel, cuando me lo mostró Simón que era uno de sus libros. Lo compré en seguida y lo leí de regreso a la capital un domingo al medio día. A mi parecer es un libro extraño por la cantidad de “aparentes” erratas y faltas de ortografía, pero con esa honestidad de los marginales que merece ser reconsiderado todo, como intento y resistencia. Pareciera uno ver entre líneas una vida como la de cualquier latinoamericano desencantado completamente. En primer lugar empieza como un poema y termina, en el intermedio de la lectura, como una novela en alta velocidad. Pero de todas formas es un poemario underground, de un solitario que escribe y que escribe muy bien a pesar de todo.
Satanás cabalga mi alma: Julio Prado
Al día siguiente haría el café y dejaría que Dios vomitase en el baño tranquilamente, ya sabes como es de jodida la resaca. Plan B.
Una de las aventuras de lectura más interesantes que hay, que no hubiera disfrutado todavía, es esa cierta irrupción de la ficción en la vida cotidiana, en las horas que vivimos sin tanta literatura. Ese fue el sobresalto al que me llevó el cuento “Como una piedra rodante” entre todo lo que cuenta, narra la historia de la Rata, una historia que cualquiera de los que éramos asiduos borrachos de la Caseta tendríamos que haber escrito, junto con la historia del Darío o el grupo Lado Salvaje, o las patologías de Paulo y la vez que le pegó a un policía y salió corriendo con todo y grilletes. Además de esta feliz coincidencia de la vida, hay varios cuentos en el libro que son grandes construcciones narrativas, Jacinta y el cuento que le da nombre al libro son excepcionales, por cierta tesitura de un reencuentro con la vida no ya desde un punto literario sino desde una óptica generacional, de cómo nosotros como jóvenes vimos de alguna forma el irrumpir de todas las cosas y su valor, hasta la consagración de nosotros dentro de ese laberinto de casas altas llamada ciudad de Guatemala. Lo extranjero y lo propio, dado sin sobre valoraciones líricas. Es un grupo de cuentos en los que yo particularmente me re-encuentro, como en el libro Arbitraria Muchedumbre de Pablo Bromo o Dibujos de ciego de Cardoza.
El laberinto de la Soledad: Octavio Paz
Nuestra soledad tiene las mismas raíces que el sentimiento religioso. Es una orfandad, una oscura conciencia de que hemos sido arrancados del Todo y en una ardiente búsqueda: una fuga y un regreso, tentativa por restablecer los lazos que nos unían a la creación.
Mi aprecio por Octavio Paz ha ido en aumento. Desde que leí por primera vez su extenso poema Piedra de sol, en el que, para mi suerte, encontré una llave y una puerta para fugarme a donde quisiera; hasta Corriente alterna, donde su prosa, festival de la palabra, nos guiaba a mí y a mis alter egos a la reconstrucción de una personalidad, que ya era un juego posible entonces. Ahora me tocó leer El laberinto de la soledad en pleno ejercicio de soledad, sin nadie conocido a mí alrededor, en tardes absolutamente vacías de todo, yendo de un lado a otro, del baño al cuarto de estar, al patio y luego al parque por un café y conversar brevemente con gente que saludaba siempre y decía cosas del tiempo. El libro formidable narraba de una forma, primero lírica pero precisa, el carácter del mexicano y luego, histórica y metafóricamente, los factores que llevaron al hombre de tenochtitlan a ser como es y como será. No es extraño, que yo mismo, en esas líneas me haya reconocido, ya en otro texto expliqué lo permanente que ha sido la conciencia, el humor y los linderos gestuales de nuestro vecino en este territorio. Pero es sólo en la frontera próxima, al irse alejando, como bien escribe Octavio Paz, otros valores y costumbres van adoptándose. Es un libro de referencia al que se llega para consultar sobre la historia. Parte de Latinoamérica está ahí, intacta todavía.
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http://fitsnews.com

domingo, 8 de mayo de 2011

ALBUM MALDITO Y FAMILIAR/LECTURAS MENORES: JAVIER PAYERAS

Partiendo de una literatura que se escriba a sí misma,

imposibilitando otra salida que no sea su expresión absolutamente
menor, indeseable e inocentemente mal intencionada.
Lecturas Menores, J. Payeras.




Los libros de Javier Payeras son todos concisos. No le gusta quitarles mucho tiempo a sus amigos. Avispado, para estos tiempos de la velocidad enlatada. Pero esos libros, por concisos, tienen un sabor picante que el mismo Javier prepara tan denso que termina siendo una escudilla con un potaje explosivo. El texto sobre Bret Easton Ellis resume todos los verbos y los adjetivos precisos que aún leyéndolo lentamente surte el efecto de un helicóptero de una resaca infernal. Nadie como Pat Bateman para salir en el cine ampliado más de ocho veces su tamaño y disminuido por televisión, quizás en mismas dosis, conjurando la violencia y haciéndola una moda glamorosa. Hasta acá de entrada el libro es un engendro del bien escribir. Aunque Javier, modesto como él sólo, siempre pareciera que se ríe de todos y de sí mismo con una sencillez macabra.

Sin embargo siguen los deslumbramientos en estas lecturas que están fechadas desde el año 2000, al año 2007, en desorden aparente, en un sube y baja de pasiones y estilos que son una galería donde los esnobistas celebrarían sus excesivos gustos desde el retrete. Para todos los que empezamos a escribir es una excelente guía de lecturas, según los parámetros que buscamos para describir la vida, o quizás la muerte de una era, de una sociedad que va cada vez más al borde del suicidio y los divertimentos más extraños.

En una nota, me llama la atención el poder de posicionamiento de un pensamiento lucido ante algo, que para otros, no tendría explicación: LA POLÍTICA KAFKA: LITERATURA MENOR E IMPOSIBILIDAD DE ESCRIBIR DE OTRA MANERA: como en la poesía, el autor introduce un breve manifiesto X, una granada de fragmentación, una carta en una botella que inmediatamente al leerla rompe su cristal contra las rocas del cerebro. Rompe el cerebro. Rompe el paradigma. Esa y otras aversiones psico-patológicas; “enfermas” diría un hacadémico, y que son la raíz que toda una generación de escritores de post-guerra ha tomado como bandera. Las literaturas menores, de escritores breves y concisos, como Aira, como Quiñones, como Halfon, como Alejandro Mendez, como Bolaños, que van abriendo una brecha particular con un nombre colectivo, como dice en resumidas cuentas el autor de este álbum de parientes cercanos.

Lester Oliveros,
Mayo 5, 2011
Ciudad Vieja, Sacatepequez.
http://www.lahora.com.gt/imagenes/2008/05/165218.jpg


sábado, 14 de noviembre de 2009

LA NOVELA-PEZ HASTA LA COSTA/ ANOTACIONES SOBRE EL VIEJO Y EL MAR DE HEMINGWAY


Este libro último de Ernest Hemingway no deja de sorprenderme, aún en la mala traducción de José Agustín de Editores Mexicanos Unidos. Ahora en esta última lectura he encontrado que todo el libro es un manual hermético sobre los pasos y trucos para escribir una novela. La maravilla de su ficción es hacernos creer que es una sencilla historia sobre el heroísmo humano y la resistencia del hombre contra la adversidad. Pero, según mi interpretación, es la fiesta de un escritor al haber encontrado su tema y hacer con todos los trucos que conoce, y los que va inventando, una transpolación maravillosa donde sucede, paso por paso, el descubrimiento y el goce de la escritura. Se ha dicho ya tanto, y mejor, sobre este libro, que yo sólo puedo referirme a el, como un texto perfectamente escrito. Algo perfecto es cuando no falta ni sobra nada. Cada palabra pareciera estar predestinada, cada coma, cada serie de palabras haciendo una frase, dando en la totalidad de un párrafo la sensación de perfección poética y métrica inalterable. Eso, para mí, es la virtud de Hemingway.
Existe un texto, y me encantó, del colombiano, y ahora premio Nobel, García Márquez que se llama 90 días tras la Cortina de Hierro, que mantiene la misma tensión e ilusión de ser algo perfectamente terminado. Esto de escribir esta cada vez más alejado del mirar con los ojos. El mar de Hemingway es un delirio de todos los mares que conoció. Llegó a Cuba por la pesca mayor, un deporte al que le dedicó mucho de su tiempo, como se lo había dedicado ya a la caza en África.
Fidel Castro le ganó una competencia de pesca a Hemingway, creo que por eso nunca fueron muy buenos amigos, aunque Fidel siempre leyó El viejo y el mar después de sus trabajos de oficina. Pero Ernest vivía, y ya todo el mundo lo sabe, a quince kilómetros de la Habana en Finca Vigía. En alguna nota de prensa, leí que un día encontraron un ahogado en el tanque de agua potable de la finca. Los Hemingway sólo dijeron, que nunca notaron nada, talvez sólo que el agua se iba volviendo cada vez más dulce.
Que Hemingway era un grandioso boxeador, nadie lo cree, pero sobre su vocación para beber, nadie lo duda, ni siquiera los que no lo conocimos en persona. Le gustaban los mojitos de la Bodeguita del Medio, y sus daiquiris en el Floridita. La última novela que leí de el, fue Islas en el Golfo, novela además publicada mucho después de su muerte, y en ella narra las conversaciones en el Floridita y los personajes inolvidables que tuvieron el gusto de beberse un trago a nombre de la vida, luego de un buen día de trabajo.
Regresando al Viejo y la Mar (como debía haberse escrito) el sabio Hemingway admiró siempre a los animales. Desde leones africanos, bisontes, carneros, gatos formidables, hasta toros de lidia y peces espada inconcebibles. En su novela didáctica Muerte en la Tarde escribe extensamente sobre la nobleza de los toros de lidia, una raza aparte de animales sumamente poderosos. Me gusta cuando describe estos animales de una fuerza descomunal, finos y violentos, pero nobles con una fidelidad divina y, de cómo pueden volverse indomables en la arena, pero pueden caminar como perros fieles a la par de quien los cuido desde pequeños. Me muestra desde esas páginas a esos vivos y salvajes toros de lidia, lo mismo que ahora me describe a ese pez infinito y enigmático, pero lo construye a base de vivencias propias transpuestas en sus trucos de buen mago. Alguna vez dijo que los adjetivos matan la buena prosa, porque se vuelven rancios, y hay que construir ladrillo sobre ladrillo para que los lectores vivan todo como si estuvieran a unos pasos.
El Viejo y el Mar es un libro inevitable. Tarde o temprano Hemingway escribiría sobre ello; había buscado en cada deporte como canalizar toda esa dinámica. Lo mismo hizo con las apuestas a los caballos; también en los velódromos de Bicicletas, en los safaris a África y en las cumbres de los Alpes donde esquiaba, y luego, finalmente en Cuba donde se encuentra con el mar y la pesca mayor. Conoce muy bien el mar, su textura, colores a distintas horas del día, su magnetismo y la fabula de Moby Dick regresa de otra forma. Melville hubiera disfrutado de la lectura del Viejo y el Mar. Pero sigue siendo algo inconcebible y, por lo tanto, el mejor tema para un escritor de ficción. Me gustan las analogías, Paris era una Fiesta es también El Viejo y el Mar. Es la misma pelea, los mismos trucos. A eso quiero llegar, a explicar esta trasmutación que para el escritor amateur pueda pasar inadvertida. Esta obra es una transpolación de un hombre que sin ninguna cautela buscó escribir la mejor historia posible, como buen artista logró lo que pudo y, se quedo inconforme, con los deseos de llevar hasta la playa, entero, ese gran pez, que es la novela total, la novela-pez hasta la costa.

jueves, 28 de mayo de 2009

RUIDO DE FONDO (SEMBLANZA Y RESEÑA AL LIBRO DE JAVIER PAYERAS)


Siempre recordaré a Javier Payeras en la entrega del libro de Julio Calvo. Salió de una fila de sillas, porque en realidad, para esa ocasión, nada en aquel salón del Fondo de Cultura Económica era ordinario, los expositores y el mismo autor estaban sentados del lado de los espectadores. Javier empezó un discurso muy fluido con un contenido denso y mundano sobre acontecimientos en la literatura guatemalteca. Me quedó esa imagen rondando, y aún cuando comíamos cangrejo y vino blanco, sabía que esa imagen era de esas que no iba a olvidar nunca porque no había entendido nada de lo que había dicho.
Me alejé un tiempo de todo lo literario, porque francamente creí que podía dejar de leer o escribir, pero no fue así. En ese tiempo me perdí de toda la producción literaria y tan sólo miraba a Maurice Echeverría bebiendo feliz en la misma tiendita de la zona 10 donde yo me emborrachaba todos los fines de semana. Esa vez que vi a Maurice aún llevaba el pelo largo y, no se imaginaba que interpretaría el papel del bueno en una película precisamente sobre la casa de enfrente de donde algunos nos bebíamos los noventas. El libro que acababa de presentar era Encierro y divagación en tres espacios y un anexo, y creo que fue el único que intente leer antes que Maurice se fuera con su amigo a Queens, con la única copia que llevaba.
Hace un año que empecé a leer literatura guatemalteca en serio. No la leía porque estaba metido en la búsqueda de un tema, entre Hemingway y Vargas Llosa, que por alguna razón se me habían presentado como una posibilidad para interpretar todo lo que había visto en un viaje largo por Guatemala. Mis amigos me hablaban de Luís Lión, de Mario Payeras, de Quiroa, de Enrique Noriega, Dante Liano, y hasta mi antigua novia sabía quién era Isabelita de los Ángeles Ruano. Conocía a Julio Calvo y a Simón Pedroza desde los primeros años de los noventas, pero sólo hablábamos, la mayor parte del tiempo, de música (por eso estaba en esa presentación de Julio, porque era mi amigo y porque había leído el germen de ese libro y me daba gusto que se lo publicaran). Había leído a muy pocos autores jóvenes, tengo que admitirlo.
Hoy terminé de leer Ruido de Fondo. Tengo que confesar que el primer capítulo no me conmovió tanto como el final. Al final yo estaba tratando de reírme y tratando de no llorar al mismo tiempo. Es vertiginoso, es una obra grande que anuncia un testimonio de una vida multiplicada. Ruido de Fondo es triste y alegre. Es fragmentario como un cuadro de Picasso; no está, ni parece, una obra acabada. Podría ser al mismo tiempo un catálogo de monstruos mesurados, un poema sobre la juventud de la post-guerra, un canto de catarsis del mismo Javier Payeras, secuencias de la película de su vida, sombras inexactas y lineales. La música de este libro es irreverente, pero no por lo que se cree, es irreverente porque el argot de la oscuridad es la barbarie desmesurada.
Javier Payeras es un tipo sonriente, siempre que lo he saludado esta sonriendo por algo incierto, algo de lo que no me entero, algo íntimo que lo hace un tipo carismático; pero al terminar de leer su libro, pensé, traté de imaginar el dolor secreto y la celebración espiritual que lo acompañaron hasta la última palabra, y que lo debieron agotar, como después de un gran orgasmo, con esa otra mujer que ama, que es la furtiva ciudad de Guatemala.

28/05/09

lunes, 11 de mayo de 2009

TODA LITERATURA ES UN VIAJE POR AMOR (ENTREVISTA A RAFAEL ROMERO/CREADOR DE ALTERNATIVAS LUDICAS)


Entrevista a Rafael Romero que sólo fue posible por los milagros de la tecnología y el gusto y curiosidad infinita por la literatura undergrownd. En una respuesta se conoce el genio de una personalidad, y este escritor que se autonombra un poco anonimo, me sorprendio con una anecdota en la que conoce a Leopoldo Maria Panero, una leyenda y una lección de vida sobre el juego infinito, las alas de un viaje, una Remigton y la soledad de los magos y duendes covocados por la imaginación.

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1- ¿De dónde surgió el nombre (TPA)? Creo que ya lo han preguntado antes pero contame los detalles.

RR. Pues como muchas de las cosas que hago la frase en sí fue una ocurrencia. Me gustó, la guardé y luego pensé que podía usarla en algo. Cuando quise sacar a la luz el proyecto (blog-antología) y empecé a barajar títulos, pues no me tomó tiempo, prácticamente ya lo tenía. De alguna forma encajó con el concepto central de Te prometo anarquía: habilitar un espacio en donde el autor (poeta, escritor, fotógrafo, pintor, etc.) sea el que tome las riendas y decida qué publicar y cómo, tratando de hacer caso omiso de los ya consabidos parámetros editoriales, con un mensaje subliminal de tipo: aquí podés poner lo que se te dé la gana, lo que querrás, el único responsable sos vos. El publicado o publicada deciden y el único que tendrá derecho de juzgar será el lector. Para mí, en este proyecto, es fundamental dejar de obstaculizar, no poner más barreras de las que ya existen. Sin distinciones. Todos en igualdad de condiciones. Y claro, siempre pensando que de alguna manera el blog pudiera (y pueda) ser una especie de plataforma, defendiendo la libertad de expresión y/o artística de Guatemala. Es una frase muy sugerente, que encierra mucho. Cualquiera podría decir que es un proceso muy deliberado y que tanta libertad puede significar la circulación de propuestas de mala calidad estética o literaria. Todo esto es subjetivo, pero no deja de tener algo de cierto. Es un riesgo. Yo aquí trato de jugar un papel neutral, de no involucrarme en decir qué es bueno y que no, desde un punto de vista estético. Yo permito un espacio, abro una puerta. Lo ideal sería que quien quisiera publicar, en general, fuera honesto y tuviera la suficiente autocrítica (esta es una característica inminente en los escritores y/o artistas) para considerar que lo que escribe o hace pueda o deba ser publicado.

2- ¿Cuál fue el primer libro que leíste y qué estás leyendo ahora?

RR. Buena pregunta, especialmente porque mi memoria anda un poco atrofiada debido a los excesos etílicos más que todo. El primer libro, si no estoy mal, fue Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez. Y lo que estoy leyendo ahora (no los he acabado) son If You Liked School, You’ll Love Work… de Irvine Welsh y The Brotherhood of the Grape, de John Fante. Soy algo inquieto y leo varias cosas al mismo tiempo. El que sí acabo de terminar de leer es Clases de dibujo de Eduardo Halfon, que recién me lo envió mi suegro con dedicatoria del autor incluida.


3- Contame alguna anécdota importante, curiosa o divertida de las publicaciones de TPA.

RR. Hay algunos detalles curiosos, la verdad. Al inicio pretendía abrir un blog en donde publicaran mis familiares y amigos escritores más cercanos, pero al parecer al único que le entusiasmaba la idea era a mí y a dos o tres más, así que tuve que replantearla y ver cómo lograba darle salida. De ahí surgió Te prometo anarquía como todos lo conocen ahora, cosa que jamás me imaginé que pasaría. Y otro detalle curioso que, a pesar de que intuyo su razón de ser, no deja de sorprenderme es la negativa (y muchas veces el silencio y/o falta de interés) de muchos escritores o poetas supuestamente consagrados a considerar TPA como algo serio o válido dentro del panorama de la literatura guatemalteca. Y aún peor, a querer aparecer publicados/as. He invitado a algunos que ni siquiera se han tomado la molestia de responder con un no, gracias. Pero a la vez, también han aparecido otros que, por x o y razones, tampoco me esperaba que quisieran colaborar y ahí están, cosa que me alegra mucho. También te puedo mencionar la vez que un italiano me escribió interesándose por el blog y mandándome sus textos. Tuve que responderle diciéndole que gracias, pero que el espacio era para guatemaltecos. Ese mismo día puse una banderita de Guatemala en el blog, a ver si quedaba claro.

4- ¿Qué intuís en las publicaciones digitales, luego del libro de Julio Serrano (TRANS 2.0) y la difusión de muy buena literatura por medio de blogs o cualquier otro tipo de envío digital, ya sea por Ares o los nuevos e-book?

RR. Aunque no lo parezca, tomando en cuenta la cantidad de blogs que tengo, no me considero un blogger ni tampoco suelo navegar mucho. No tengo el gusto de conocer a Julio Serrano. Me enteré de Trans 2.0, lo vi y me pareció buena iniciativa. Es el tipo de propuestas que necesitamos en Guate, más intrépidas, más alternativas. El fenómeno de la Web 2.0 es trascendental. TPA no sería lo mismo sin los blogs, con eso te lo digo todo. De igual forma, siempre hay un riesgo. Una cosa es ser blogger y otra ser o querer ser escritor. Para mí no es lo mismo. Ser escritor implica muchos más compromisos que mantener actualizado un blog. De cualquier forma, las posibilidades de expresión y de encontrar buenas propuestas literarias y artísticas están a la orden del día gracias a Internet y a las nuevas tecnologías, y eso es bueno, hay más cercanía, más inmediatez, menos barreras, más variedad. Es lo que te permiten las publicaciones digitales. Y ya que parece que están al alcance de muchos, pues hay que aprovecharlas. A pesar de esas facilidades, soy fetichista del libro como objeto. Aquí en España hay muchas editoriales que, además de continuar con sus catálogos impresos, ya están preparando sus catálogos digitales. Es un buen indicio de que a pesar de la tecnología, el libro como tal seguirá vigente siempre.

5- ¿Podés contar un poco sobre tu propio trabajo literario viviendo en España?

RR. Pues yo aquí vine básicamente por motivos amorosos, pero a la vez tuve la suerte de estudiar en la Escuela de Letras de Madrid y en La Casa Encendida. Hice un curso de narrativa y participé en algunos talleres relacionados con poesía, cine, literatura. La idea siempre ha sido perfeccionar lo que hasta la fecha he escrito, pulirlo, reencauzarlo. Tengo tres novelas cortas, un proyecto empezado de una novela de mayor extensión, un libro de relatos breves y tres poemarios. Gran de parte de eso lo empecé a escribir en Guate, obviamente, y lo he ido trabajando desde aquí, pero sigue en estado inédito. Lo poco que he ido sacando lo hago a través de mis blogs personales: Cinco kilos de vacío y Epifanía doméstica de la nostalgia pura, en algunas actividades con el colectivo Cuarto Incierto (bajo el pseudónimo de Capricho Paper) y en alguna que otra publicación digital, como en Las afinidades electivas, por ejemplo. De ahí, pues trato de mantener activos tanto Te prometo anarquía como Mula que es uno, que les tengo mucho cariño y por medio de los cuales he llegado a conocer mucha gente y a apreciarla. De mi interés por el arte urbano, nació un proyecto amateur de fotos (no soy fotógrafo, aclaro), titulado La urbe habla, del que se desprende otro más reciente: Ectoplasmas en concreto. Como podrás ver, si no existiera Internet, mi condición de inédito sería realmente calamitosa.

6- ¿Podés contar alguna anécdota familiar de tu adolescencia en relación con la poesía o la literatura?

RR. Bueno, no sé si sea anécdota, pero cuando tenía 16 o 17 años encontré un par de libros que me marcarían mucho. De los decisivos, como se dice. Tenía la costumbre de registrarle las libreras a mi papá y ahí fue donde los encontré. Te hablo de la Poesía completa de César Vallejo y de El tiempo principia en Xibalbá, de Luis de Lión. Aunque no entendía muy bien lo que leía, supe que de algún modo mi vida estaría ligada a los libros (trabajo como corrector de estilo) y a la literatura (pretendo llegar ser escritor algún día). Y así fue como empecé a escribir mis primeros intentos de poemas y de cuentos. Me apoderé descaradamente de la máquina de escribir de mi papá (una Remington, si no estoy mal) y me dio por encerrarme en mi cuarto horas y horas a supuestamente escribir. Ahorraba para papel bond, tipex y cinta para la máquina.
Mis papás y hermanos me molestaban. Cariñosamente, claro. ¿Qué tanto escribís, vos? Les llamaba la atención que en lugar de salir a la calle, me encerrara a llevármelas de poeta. Amontoné muchísimas hojas llenas de versos poco originales y cursilería en estado puro. Esos días son los que más recuerdo.

7- ¿Parece que estás muy actualizado de lo que pasa en Guatemala y desde Europa puede haber otra perspectiva de criterio general, incluso hasta optimista, qué pensás de la Guatemala actual?

RR. Mi visión sobre Guatemala no creo que sea la más profunda ni la más original de todas. Ponerme hablar de la situación social, económica, política e, incluso, literaria sólo creo que dejará al descubierto lo mal informado o desatinado que estoy al respecto. A eso hay que añadirle que optimista tampoco soy ni he sido. Es verdad que hay un problema terrible con la falta de educación, con la violencia, con la pobreza, con la ineficacia de nuestros políticos, la injusticia, la represión, etcétera, pero, ¿qué hacemos los que supuestamente hemos tenido la suerte de ser educados? Todavía hay demasiado letargo, demasiados prejuicios, demasiados tabúes, demasiada envidia, demasiado egoísmo, demasiado resentimiento, demasiado conformismo, demasiada mentalidad medieval y retrógrada. Sin embargo, es verdad también que poco a poco hay más muestras de que no todos quieren seguir viviendo así, de que hace falta un cambio. La gente joven se está implicando más, hay más movimientos y propuestas interesantes en muchos aspectos de la realidad del país. A ver qué pasa. De todas formas, insisto, no creo que yo sea el indicado para hablar y opinar al respecto.

8- ¿Has viajado a otros países de Europa?

RR. Solamente he estado en Italia y en Alemania. En unos meses me daré una vuelta por Croacia y, con algo de suerte, por Praga. Inglaterra y Francia siguen en mi lista de espera.

9- ¿Podés contar alguna fantasía erótica realizada?

RR. Sí, la tarde que conocí y hablé con Leopoldo María Panero.

10- En el Popol Vuj habla que los primeros hombres podían verlo todo, haciendo un recuento infinito, ¿qué pensás del mundo de hoy en día y el impacto en los niños, en la nueva generación y en el futuro de la humanidad?

RR. Me vienen a la cabeza las palabras “ambición” e “individualismo”. Encierran muchos aspectos que mueven el mundo de hoy en día. Me da la sensación de que el ser humano ha estado pecando de autosuficiente y se ha creído más inteligente de lo que realmente es. Si ponemos en una balanza el afán por el progreso y sus consecuencias, no sé si realmente la tendencia sea del todo positiva. Parece que las sociedades actuales, bajo la falacia de la modernidad, se escudan bajo parámetros que pretenden reafirmarnos que sólo estamos de paso, que lo único que importa es el presente, que mientras más tengamos mejor viviremos. Una especie de campaña publicitaria con aroma a carpe diem en donde los valores han pasado a segundo plano. Como sabemos, todo es relativo. Lo importante y lo que nos queda es la responsabilidad de que los niños y las nuevas generaciones, tan viciadas desde edades antes inconcebibles, crezcan y asimilen la realidad de otra forma, más integral. Que sean más perceptivos, menos indiferentes. Pero al igual que te dije un par de preguntas antes, yo no me considero apto para hablar u opinar extendidamente, y menos para sugerir soluciones. Ojalá las cosas fuera un poco menos complicadas.


Fotografía Siglo XXI

jueves, 23 de abril de 2009

TRANS- EL ULTIMO CHASH DE BALLARD


Creo en la muerte de las emociones y en el triunfo de la imaginación.
J.G.B.



Pensar en poesía es un poco vivir un instante de desamparo, porque la poesía, lo sabe cualquier niño, esta al final del largo corredor de una muerte muy lenta. Esto ha preocupado a muchos escritores, pero los que mejor a salvado los obstáculos son los escritores de ciencia ficción. J.G. Ballard fue uno de los más reconocidos por dos de sus mayores novelas que además fueron llevadas al cine y vistas por millones. El imperio del Sol y Crash son dos testimonios de un sueño transpuesto que atemoriza a los asépticos y emociona a los románticos con tendencias estrafalarias.
Era un escritor catártico, según veo, en el tiempo que escribió Crash estaba sufriendo la muerte de su mujer, criaba solo a sus tres hijos y convivía con un extraño rencor contra la civilización. Aún recuerdo esa escena, cientos, miles de automóviles en caravanas infinitas como en una autopista perpetua, inevitable y al mismo tiempo poética y mortal. Veo, como se ve, al ver el universo, lo minúsculos e insignificantes que somos y al mismo tiempo es casi una provocación de la época hacernos sentir como unos conquistadores.
Ballard, éste hombre completamente londinense, tenía un gusto afín con Julio Cortazar, los cuadros de Paul Delvaux. También admiraba algunos de Ives Tanguy y Chirico, y el gusto de estos por develar y aún por oscurecer los misterios de la verdad. Amaba muchas cosas que otros no amaban y las revelo para que parte de la humanidad entendiera porque algunos pocos amaban eso que el también amaba, era un juego de amor y masoquismo en el que triunfaba la violencia de la matemática y la ira de la lógica, como el mismo lo dijo en secreto.
Algunas veces, ya no tanto, imagino que la humanidad hará algo contra las posibilidades apocalípticas divinas y mortales que han sido predichas y que toda esta literatura será una de las mayores fascinaciones de los niños del futuro que soñaran de nuevo con la destrucción del mundo. Pero no es así de divertido.

sábado, 18 de abril de 2009

CONVERSACION EN EL FUTURO UNA ENTREVISTA AL POETA ALAN MILLS


Sophos 6:00pm.




Creen que los escritores vivimos en ciudades cosmopolitas, tenemos
dinero, agentes literarios, cenamos con embajadores, dictamos conferencias en
auditorios llenos y nos acostamos con muchas mujeres.

Javier Payeras, Retrato del Mal.
[1]


Existe la posibilidad que éste artista, en una región paralela, pudo haber sido antes amigo nuestro, talvez por una correspondencia, por dibujos dejados al azar sin aparente destinatario, por mapas que corresponden a la invisibilidad y terminan en un vacío significante, invisible, anónimo, pero que de pronto pueden llegar a ser más reales que la gente que transita por la misma calle, día con día, a la salida de casa para ir al trabajo. Alan Mills ha viajado mucho y ha publicado con éxito varios libros de poesía, pero sobre todo ha sido un nómada… y estaba lejos para mí la posibilidad de poder entrevistarlo. Llegó puntual a Sophos de la Plaza Fontabella, con su “Poetry Rock Star’s Hair”, la mirada que lo ha hecho célebre desde México hasta Chile, su tez morena, y en la mano el signo de su pasión: un libro. No llegó solo, unos pasos atrás, lo acompañaba Ballard[2], más serio que un muerto, y más blanco que una hoja de papel bond. Nos saludamos. Ballard, se sentó en una de las sillas libres y no dijo nada en toda la conversación, parecía irse inmortalizando conforme entraba la noche. En seguida apareció la mesera por el pasillo largo y nos ofreció el menú. Alan pidió una Gallo y yo repetí mi pedido de café Americano.
Eran las seis de la tarde. Afuera el mundo; las casas con piscina de la zona diez, los ventanales nebulosos de la casa de enfrente y los árboles fieles a la naturaleza y a la alta decoración urbana.


- Cuando vos digás –me dijo, su voz era grave, educada, como esas voces cínicas y permanentes.
- Esta bien, te voy a leer algo que bajé de internet y me pareció muy interesante, vos decís que sos como “una especie de marero del lenguaje de la civilización”, y que sos como “una mezcla de un artista conceptual con un escritor convencional”.
- Sí, más o menos eso es lo que soy.
- Pues para empezar con esta suerte de entrevista-conversación, ¿podrías contarme alguna anécdota de tu niñez?
- Bueno, en mi casa de la zona 6 de Mixco tenía una colección de revistas gigante, habían de Archi, La pequeña Lulú, Mortadelo y Filemón, muchos…, no recuerdo cuántos más; y pues en cierto momento no quise saber nada de todos ellos, guardé como por un año las revistas en una valija muy grande, de viajes. Después de ese tiempo, me volvieron las ganas de leer mis revistas y, ansioso, fui hasta la valija y al abrirla encontré una enorme rata –me enseñó con las manos su tamaño –con una fila de ratoncitos, que deshicieron mi colección con tal de hacerse un nido, estaban postrados en el pica-pica de mis revistas. Me recuerdo que cerré la valija, la llevé al techo y le prendí fuego.
- ¿Fue en el techo?
- En la terraza de mi casa, y sentí como si fuera una ceremonia, la incineración de una época para dejar la ignorancia (o quizás la realidad) atrás; además la rata es un animal que detesto. En algún poema de Los nombres ocultos escribí que me complace escuchar el chillido de las ratas...
- Revisé algunas de las entrevistas que te han hecho en medios internacionales y me gustó una pregunta, que quisiera planteártela así, de nuevo: ¿La palabra es el pez o aún es el anzuelo?
- Esa entrevista no me la hizo ningún medio, fue un amigo, el Erick. Aquella vez contesté que era el anzuelo. Yo creo que ahora es el pez, como un pez globo que se convierte en piedra; un pez que se inflama y luego se queda fijo, imagínate que la palabra es el mar y el pez termina siendo una roca colorida más, adentro de un arrecife luminoso.
- Me di cuenta en otras entrevistas que decís un discurso poético lleno de imágenes, estas imágenes las sentís, las ves o...
- Me las imagino, pero es algo volátil, que se esfuma.
Una mesera llega hasta Alan con una cerveza y una copa de cristal. Sonríe, la noche va lenta. Endulzo mi café con dos cucharadas colmadas de azúcar, (algo que le llama la atención a Alan, pero no me dice nada). Hasta ahora hemos conversado entre preguntas, me ha dicho que su madre soñó alguna vez con ser escritora, que ahora lee mucha literatura en parte por él. En la terraza donde conversamos hay un grupo de señoras sentadas detrás nuestro, y los meseros, pulcros y cordiales no se detienen entre los pasillos.
Alan me cuenta sobre un libro suyo que está en proceso, y me dice que en gran medida su blog
[3] es el lado B de ese libro. Yo le hago algunos comentarios que pensaba dejar para después, pero dado el momento, le digo que su trabajo me interesa porque contiene muy buen material narrativo que me ha ayudado para ver desde ahí posibilidades para lo que yo mismo escribo. Me habla de su juego de invisibilidad, del gran deseo de permanecer en el anonimato para poder hacer su trabajo, de la vacuidad. Le digo algo sobre su texto en el que se nombra Ex Poeta y me dice que es un juego que empezó por otro poeta que ha trabajado todo el tiempo con esa actitud[4]; le hablo de la calidad lúdica de sus textos y me dice “lo lúdico es lo lucido, y creo que si jugáramos más en esta sociedad seríamos mas sanos mentalmente; reírnos y aprender, el aprendizaje siempre ha sido mejor si es entendido como juego”. Vemos pasar unas mujeres y Alan me dice lo importante que ellas han sido y son para su vida, me dice algo sobre el amor. Hablamos de Jorge Amado y sus novelas, de los gustos sexuales, le pregunto sobre las mujeres latinoamericanas. Conversa con pasión y como si fuera tejiendo una red, metódico, con una ingenuidad magistral de poder saltar de una imagen a otra sin temor al error o a la incomprensión, seguro de su intuición. Logra entablar una conversación profunda pero relajada, como la magistral trompeta de Miles Davis; y termino haciéndole la pregunta que pensaba dejar para el final.
- ¿Qué pensás del mundo, ahora que has viajado por América y Europa, creés que cabe la posibilidad de que la poesía se expanda a pesar de los medios de comunicación y sus estrategias de mercadeo rancio, o que la poesía disminuya hasta ser nada más un recuerdo de una civilización que no pudo trascender su propio egoísmo.
- Esa es la mayor pregunta. La revolución, como la hemos conocido, es una ficción colectiva, que al materializarse siempre termina en decadencia, pues no modifica el estado de conciencia anterior. Hay un libro de Úrsula K. Leguin (comentado por Fredric Jameson), donde plantea que la utopía está condenada a fracasar como materialidad, que un sueño al ser cumplido desarrolla su propio reverso como pesadilla. Entonces, creo que ahora quedará buscar nuevas formas de vida a través de la ficción y eso tiene que ver con la poesía. Todo se arruinó, es lo que veo. Obama es el hombre que ahora pretende, quizás en vano, salvar ese modelo de humanidad, que se ha perdido. A ver cómo nos va. Pero en el futuro la nueva conciencia humana será el juego. La telepatía será una realidad alternativa, los libros quedarán obsoletos, porque nos contaremos las historias con el pensamiento y uno se la confiará al otro, hasta armar grandes sagas. Esto corresponderá siempre a una lucha contra el establishment, contra el modelo de humanidad arruinado. Mira ahora al Fidel, decrépito, vestido con tenis y un traje deportivo rojo, me parece que eso es un poco distópico. Por otro lado, el tiempo no está acabando, apenas está empezando.
- Has dicho que has leído cuatro veces el Popol Wuj.
- Sí, cuatro traducciones distintas; el Popol Wuj me ha marcado, necesito leerlo, sé que también fue así para Miguel Ángel Asturias, para Cardoza, uno se identifica con la Guatemala de ficción cuando está lejos.
Hablando de eso estábamos cuando se oyó un estruendo. Yo no pude ver bien por la distancia. Un mesero cayó al suelo, agua por todos lados, un florero quebrado, las flores tiradas a la par del hombre. Alan trató de levantarse, pero vimos que muchas personas fueron en su ayuda.
- Mirá, justo hablando del fin y ahí el símbolo. El hombre que cae y se levanta, dignamente, levanta las flores, mira, se sacude el polvo, limpia lo destruido –me dijo, como una revelación.
El camarero llegó después y le preguntamos cómo había sido. Dijo que un cliente había puesto pie y él había tropezado. Pero era cierto lo que decía Alan, el hombre no se había ensuciado, seguía limpio. Además, por un momento me pareció que tenía algo que ver con las señales que da la vida, con nuestro destino.
- No hace falta volverse paranoico –me dijo inmediatamente –solo hay que saber ver e interpretar.
- ¿Dónde empezaste a escribir Síncopes?
- Empecé en París, y lo escribí pensando en por qué no quería volver a Guatemala. Pero luego, estando en París, quería volver acá, no soportaba el invierno y estar en ese país, vivir ahí sin un centavo es casi un suplicio (risas), es un poco difícil. Con Rodrigo Rey Rosa hablamos de que ya ningún escritor latinoamericano puede vivir en París a la manera loca con la que varios hicieron leyenda; bueno, esto no es ninguna novedad, hace años que hasta escriben libros sobre eso.
- ¿Qué pasó entonces con el texto?
- Me invitaron a dar unas lecturas a México, en aquel momento, mientras vivía en Francia. Les respondí que muchas gracias, pero que no estaba en Guatemala, así que el pasaje les saldría demasiado caro, que era mejor invitar a otro. Me respondieron, muy a la mexicana “¿por qué nos respondes así, si nosotros te estamos invitando”. Y entonces me fui a México, donde me encontré a varios poetas que me han sido fundamentales, ese viaje por alguna razón fue muy especial, el trópico de Villa Hermosa, Tabasco. Ahí, en esa especie de zona intermedia, como que terminé de entender lo que quería mostrar con Síncopes, pero el libro lo concluí acá en Guatemala.
- No he leído Sincopes, es una desventaja, sólo he leído los fragmentos que has publicado en la web. Pero hablás de un lenguaje de la violencia, hablás de que querés un habla, una forma de decir Guatemala de diferente forma.
- Mirá, cuando yo me enfrenté a lo que quería decir, me di cuenta que, como en el libro La Naranja Mecánica, necesitaba reproducir una lengua violenta, construir un idioma; cuando yo digo “shic tu pus mamit”, es una onomatopeya del dolor, cualquiera imagina a uno de nuestros seres oscuros tratando de violar a alguien, eso era lo que buscaba. Es un libro violento, como La Noche de Balam Mills, pero no por temática, es el lenguaje mismo, la comunicación en sí misma muestra su violencia. Hablo de Guatemala, sí, pero como metáfora de algo total.
- Dijiste en una entrevista que ya no querés volver a escribir otro Síncopes.
- Sí, pero creo que La Noche de Balam Mills será lo último en esa clave un tanto trágica.

Ballard sonrió por primera vez, se veía su cara como la pasta de un libro nuevo. Alan dio un trago de su cerveza que se veía cristalizada como un trofeo dionisiaco. Hablamos de París.
- Es lindo París –me dijo –cuando vayás te va a gustar.
- Vi todas las entrevistas que te hicieron el año pasado en París por YouTube
[5], te vi al lado de Rodrigo Rey Rosa, gran creador, y recuerdo ese museo donde fueron a presentar sus propuestas, una belleza.
- El Quai Branly, magnífico. Todo París es un museo, cada calle, cada avenida… Tuve la grandísima suerte de poder regresar allá, ahora como un escritor, y ya no como un falso estudiante sin dinero ...
- Esto es algo de tu personalidad que me sorprendió mucho, esa forma de escribir y de movilizarte, la invisibilidad, la ilusión de estar en muchos lugares a la vez y que tus lectores lo crean. La forma en que juegas a tiempo completo con la ficción.
- Sí, la verdad es que cuando he estado en México escribo con México en la cabeza, con toda su cultura por dentro, y cuando estoy en Francia, de igual forma, pero a veces no se dan cuenta los lectores de mi blog, creo que hay gente que piensa que nunca he salido de Guatemala. Y está bien así. A veces, otros creen que vivo hace años en España, muy chistoso. Otros me imaginan en las playas de Copa Cabana, bebiendo caipirinhas, o escapando de una turba por alguna favela paulista. Busco cierta invisibilidad, moverme en diferentes planos, vivo en una dimensión donde tengo trazado lo que voy a hacer y las cosas van sucediendo. Como ves… estoy un poco loco –risas –.
- Menos mal. Creo que la lucidez se confunde con la locura.
El mesero llegó a preguntar si necesitábamos algo más. Ballard levantó una mano, pero su transparencia lo hacía impresentable y el mesero no lo notó. Le llevó otra cerveza a Alan y a mí me retiró la taza. Pedí agua. Comentamos sobre los medios de transporte, me contó que quería hacerse de una bicicleta para movilizarse por Sao Paulo. Me habló más de su libro. El viento fuerte y frío nos levantó por fin. Me queda pensar que Alan es un mito, que nunca llegó a la cita, o pensar que el único real era J. G. Ballard, o creer en todo, hasta en los símbolos de esa noche en Sophos.
Ballard se quiso levantar de la silla, pero no pudo seguirle los pasos a Alan, así que lo vi caminar muy despacio tras de nosotros.
En las gradas eléctricas, al despedirnos, recordamos con risas, el texto de Javier Payeras
[6], en el que habla de los escritores, sus viajes, los congresos literarios, las mujeres, que hay algunos que hasta se creen unos “poetry rock stars”, y Alan sonrió abiertamente.
- Por lo menos uno que lo haga –me dijo un poco resignado con su suerte. –O uno que se lo crea
[7].
- Sí, por lo menos que uno lo haga y se lo crea –le respondí.


Guatemala 8:30

Lester Oliveros Ramírez 26/03/09
[1] http://javierpayeras.blogspot.com/2008/08/retrato-hablado-de-la-literatura.html
[2] James Graham Ballard (1930) es un escritor británico de ciencia ficción. Un gran número de sus escritos describen distopías. Autor del libro Crash, que también fue llevado al cine.
[3] http://alanmills.blogspot.com/
[4] Jose Angel Cuevas
[5] http://alanmills.blogspot.com/2008/11/tranger-un-jour-tranger-toujours.html
http://alanmills.blogspot.com/2008/11/paris.html
[6] Yo pensaba que nos referíamos al texto “Retrato del Mal”, pero Alan me aclara, al revisar esta entrevista, que él estaba pensando en el cuento “Variaciones a Raymond Chandler en un encuentro internacional de escritores”…De Javier también comentamos Afuera. Alan me contó que alguna vez Javier Payeras le había dicho “si los judíos tienen su carta al padre, los latinos tenemos, ahora, nuestra carta a la madre”.
-
[7] “Aunque eso, ese estrellato, en realidad siempre será ficción y hasta una distopía. La verdad es que sólo el amor nos salva…”-me comentó Alan, también al revisar esta entrevista.
Publicada en el diario La Hora 18/04/09

jueves, 16 de abril de 2009

DIAS AMARILLOS EN EL BAR AZUL



La belleza, como el dolor, hace sufrir.
Thomas Mann


Javier Payeras estaba ahí/Soñando que lo soñaba la ciudad, ciudad que era hecha de todos los anonimos, los marginados, los que no llegaron a la presentación. /Ya un poco mayor, con una gabardina azul, como un campeón de boxeo que ha dejado de ser amateur y espera sentado en la banca. /Parecía un obrero mal pagado, pero feliz de haber terminado la jornada. /Se reía de todo, como siempre, con una sencillez de monje y una mirada diabólica de niño culpable. /Todo fue divertido. /Siete copas colmadas de vino rotas, la risa macabra de todos los presentes, el imponente, majestuoso, bello teatro, hijo de las travesuras de un genio. Al final todo un mundo en una pequeña terraza.

La autoridad de la barbarie

Me ha parado la policía: ¿Documento de identificación? No lo traigo, respondo. (Los dos oficiales muy serios), uno de ellos alza un cuader...