miércoles, 29 de enero de 2014

MAS QUE ENTREVISTA UN TEST /



 Tuve guardado este texto desde hace unos años. También recuerdo que varios más lo respondieron. Olvidé el nombre de quién me lo envió para que lo respondiera, pero recuerdo que fue alguien del sur.

¿Qué ritmo es el que te mueve?
El pulso de mi propio corazón desconcertado.


¿Te parece que la poesía está amenazada en estos tiempos y por qué sí o por qué no?
La poesía es secreta, no esta amenazada. Los que están amenazados son todos los que creen a medias en los misterios. La poesía es ingenua pero sabia.

¿El eterno retorno te dice algo?
Deja Vú, pero creo que no hay retorno, creo que hay una ilusión de volver, pero Itaca nunca será la misma.

¿Vale la pena matar o morir por algo?
Depende de la hora, el día o lo que se celebre. En este preciso momento no mataría a nadie, ni me interesaría morir por nada. Pero hay días que mi humor es tan extraño que hasta moriría por la verdad, o mataría por una mentira. Pero nunca vale la pena morir o matar.


¿Qué es lo que más te inspira y qué es lo que te aleja de poder crear?
Lo que más me inspira… pues, nada, no creo en la inspiración, creo en el trabajo diario, aunque sea una línea diaria, pero si creyera en la inspiración me inspiraría algo tan cursi como un mono tratando de escribir su propio nombre.



¿El amor está disponible aún para vos o ya se ha retirado? ¿Qué atisbos tienes de él?
Me persigue el amor y yo trato de jugar al gato y al ratón, a veces yo soy el gato, pero me gusta más ser el ratón, y el atisbo de ese juego es el queso compartido.


¿Qué te parecen las alambradas, los uniformes, las cédulas de identidad?
Las alambradas son tristes muros inventados por los jueces de esta era de uniformados, sin identidad.


¿Diógenes o el Che?
Siempre que Diógenes tenga una playera del Che, será mejor seguir a Homero.


¿Organizarías visitas para los escolares a los manicomios y cárceles así como se hacen excursiones al zoológico?
Definitivamente hay que llevarlos, eso sí, recomendarles antes que no es como ir al zoológico, podría ser que los internos los convenzan de que son animales y luego se rían de ellos como si estuvieran en el circo.


¿La masturbación como forma de auto conocimiento o como neurosis a ser tratada?
La masturbación como forma de imaginar conocimientos, preparación inicial para futuros líderes y grandiosos adivinos.


¿Querrías eliminar algunas máquinas, en vez de autobuses volver a los caballos por ejemplo?
Yo siempre quise volar, me gustaría que en lugar de tanta maquina, hubieran inventado la teletransportación, y si, me gustaría ver caballos y dromedarios cruzando las calles de una ciudad invisible.


¿Qué animal eres?
Soy como Kukulkan, una serpiente dragón de fuego.

¿Qué drogas llevar a una isla desierta?
Me gustaría llevar mi cama, esa es una buena droga: no hay nada como el sueño.


¿Cuáles son los libros que te ayudan a vivir, decime la mejor manera de robarte uno?
Los libros que me ayudan a vivir son los que no he leído, espero vivir para leerlos. Con sentido común, cualquiera sabe que hay libros que ayudan a morir y otros que matan, espero tener suerte.
La mejor forma de robarse un libro es escribirlo uno mismo. Hay varias formas, porque también se puede robar un libro leyéndolo, o simplemente copiándolo con cinismo. El primer libro que me robé fue Aguila o Cruz de O. Paz, trabajaba en esa libreria.


¿Qué poema podrías regalar o lanzarlo en una botella por el espacio sideral?
If, de Rudyard Kipling, para que vean los marcianos que en el mundo éramos muy complicados, pero teníamos también la poesía.


¿Cuál es tu consigna? Al preguntarte esto me viene a la mente la frase irrefutable de
Bartleby “Preferiría no hacerlo”, ¿Te parece que esa es su consigna?
Todos los poetas son santos corrompidos.


¿Cuál podría ser el efecto mariposa de un orgasmo?
Todavía está en expansión el semen de los protozoos, las eyaculaciones de los Trilobites, el flujo seminal de de un bing bang  del amor a first sight.


¿Qué experiencia vivida repetirías?
Me gustaría regresar a una tarde, luego de la lluvia, a media calle, con el sol dorado del atardecer volviéndolo todo irreal, y yo empujando un barquito de papel. Tenía cinco años.

viernes, 10 de enero de 2014

TODA CARNE ES HIERBA





Esta historia la he contado muchas veces, de muchas formas, a muchas horas, pero hasta hoy me levanté del sueño con cada palabra apuntada. Me la contó un guardia de seguridad privada, cuando yo era el encargado de un bar y en esas horas antes de las nueve de la noche, cuando ya todos ocupaban sus mesas habitualmente para beber, este señor se entretenía contándome sus anécdotas.
Empezó diciéndome que el nunca había creído en los fantasmas. Me dijo que en una ocasión que buscaba donde vivir con su mujer y sus dos hijos, llegaron a una casa, donde les advirtieron unas gentes que allí espantaban. El, escéptico por naturaleza, vio la habitación y le pareció amplia, iluminada y limpia, y pensó que eso le bastaba.
Vivió un tiempo sin notar nada diferente, hasta una noche que, sentados en su mesa de comedor, ya platicando con una vecina, no pudieron creer cuando esta vecina, trabó los ojos, cayó en trance con un gran golpe contra el piso. Luego se levantó ya siendo otra. Le cambio, así, delante de ellos, su voz, a voz de hombre.
Saludó, ante todos, dijo su nombre y pidió un trago. Una de las vecinas, amiga de está, llegó con naturalidad, diciendo que eso era lo que le pasaba a ella cada cierto tiempo. Les recomendó mandar a dormir a los niños y comprarle, no un trago, sino una botella. A todo esto, mi compañero, el señor guardia de seguridad, se recuperó frente a sus vecinas y le fue a comprar una botella a la endemoniada, todavía incrédulo. Lo tomó tan en broma que le empezó a hacer preguntas, sobre dónde vivía y de dónde venía que eran respondidas con lucidez y con una expresión de cansancio por parte de la mujer poseída. Incluso, la acompaño con unos tragos y fue todavía por una media botella. Al final, el hombre que estaba ocupando el cuerpo de la vecina se fue poniendo tan borracho que lo último que dijo antes de caer con la cabeza sobre la mesa, fue que regresaría al otro día a las cinco de la tarde y que les contaría el motivo de su pena. Atontado por los tragos, se derrumbó como al principio y tras una convulsión, la vecina regresó del trance como si nada hubiera pasado, incluso, sobria.

El guardia de seguridad que llamaremos Theos, se reía contándome que al otro día, precisamente a las cinco de la tarde, regresó el espíritu y, luego de ver para todos lados, se le quedó viendo con unos ojos de suplica cristiana y le pidió, lejos de toda lógica sobrenatural, un sopa de huevos.
Que pasen ustedes un feliz viernes.

Lester Oliveros Ramírez.

lunes, 16 de diciembre de 2013

FE DE RATA: JUAN PABLO DARDÓN/ RESEÑA



Niños y niñas, señores y señoras, magos, aliens, fantasmas, personajes de la televisión, superhéroes, borrachos nihilistas, jóvenes, amas de casa, trotamundos, tengo en mis manos un libro que se presenta con una sonrisa y una mueca desarticulada en nostalgia, los dos rostros del teatro, esta linda comedia humana.

Es el libro Fe de Rata, uno de los grandes aciertos, sin temor ni pavor a equivocarme, un libro de viaje para reírse en carretera o tomarse un café en una tarde nublada, en una mañana a solas antes del desayuno y luego un tráfico maldito.
Qué les puedo decir, a mí que me gustan las antologías, los libros que son puertas y ventanas, el Decamerón o Las mil y una noches, he acá nuestro nuevo cronista que ha hecho estos nuevos cuentos de Canterbury, esta selección virtual que más parece en nuevo Moby Dick que se alza a plena mar desde las profundidades del submundo tecno de los blogs.
Empecé hablando de una colonia llamada la Reformita, porque por esos rumbos fue donde conocí al autor de tal broma infinita, Juan Pablo Dardón. Y acá en un café frente al mercado de esta colonia espontánea, estoy leyendo en este momento “Dragón Ball Z se cambia de casa”, y es lo mismo que si viera dentro de otro espejo, pues Juan Pablo cuenta que es un escritor que mientras escribe ve la televisión (ya ven, a uno le gusta tratar de meter la realidad, pero se escapa, es lo mismo decir que mientras termino de escribir esta última línea, el portero de Municipal acaba de salvarse de un tentativo gol en un juego contra Heredia en el campo del Trébol). En esta colonia es fácil leer. No sé porque muchos dicen que es una zona roja, si igual todas las noches en todos lados disparan al aire.

Para mí un buen libro es un libro que entretiene enseñando, y enseñando cosas prácticas de la vida y de la muerte, porque por cierto, la muerte es una cosa viva y hay que conocer sus transformaciones, para alejarse uno de ellas o acercarse, según el caso. Juan Pablo la menciona muchas veces, porque esta engolosinado con la vida. Su libro enseña amenizando y divierte enseñando, no es un simple juego de palabras, en realidad lo viví yo mismo cuando todavía disfrutaba de la inocencia post-niñez, allá por el año de 1991. El libro grandioso se llamaba Notas de Prensa 1980-1984 de un bigotudo pisado que se terminó ganando el premio Nóbel con tanta casaca, Gabriel García Márquez. Pero ese libro era una miscelánea en la que uno aprendía de todo, desde política internacional hasta qué comer en la costa Caribe, cómo saludar a un embajador o cómo comportarse en el velorio más humilde de los cachacos. Márquez no era tan sincero como todos creíamos, habría que leer a Tom Wolfe a Regis Debray, a Capote o Mario Puzo, en fin, no puedo negar que ese libro fue para mí una revelación que me iba a meter a escribir para siempre, por el solo gusto de contarme a mí mismo de nuevo el truco feliz que es estar vivo. Y eso es lo que se respira en el libro de Juan Pablo, la mera vida.

Por eso, ahora que tengo en mis manos este libro de Juan Pablo, recuerdo que fue en La Reformita, en los helados Pops, donde platicamos sobre un texto que también está entre los elegidos. El todavía no se casaba y yo estaba platicando con mi futura exnovia. Dónde más iba a ser, sino en esa Sin City donde en cada vuelta hay una cantina o un Punto, no de Lectura, sino de otra vaina más nevada. Allí en medio de esa costra que es y será esa colonia al margen he leído su último libro.
Para la entrega del mismo, me conmovió, nos crispó a todos, con una carta para su hijo. Es evidente que algunos nacen con un don, este muchacho que andaba por los tejados una noche de Navidad rescatando gatos, muy ebrio de vino y pasión, hoy se debe sentir muy tranquilo, ya que pasó el sonido y la furia; el mar, que ahora tiene cerca, ya sin sirenas varadas, sino con una legión de promesas, que lo abrazan, comenzando desde este texto avalancha.

LA REFORMITA





Hace aproximadamente cinco años llegué a vivir a la colonia La Reformita. Es una colonia que me recuerda a la zona cinco. Pero además es una zona intermedia llena de estudiantes del interior, que llegan a la ciudad con una gran curiosidad y con más coraje espontáneo, que con una clara idea de lo que están empezando a vivir. Pues ahí empecé a vivir y la elegí porque me quedaba cerca la universidad, pero cualquiera que me conozca encontrará sospechosa esa explicación. En realidad quería vivir en una zona que fuera como una capsula del tiempo y esta lo es, me remite a mí niñez. Lo que no sabía era que la colonia, sus callecitas y mis vecinos, mercados y tienditas, iban a superar mis expectativas.
Yo ya había vivido en la zona 1 y a diferencia de muchos poetas y pintores que conozco a mí la zona uno me pareció una desolada tierra maldita. Me levantaba por las mañanas y me iba a sentar a la fuente del Parque Central con un manual que había editado la Cooperación Española para conocer todos los edificios emblemáticos. En el fondo la zona 1 es un lugar distante dentro de todas las colonias a donde ha ido emigrando la gran mayoría de personas del interior. Donde siempre se me vino la idea navideña de un Santa Claus tratando de ser muy amable en la puerta de un comercial de ropa de vestir; tratando de sonreír, y tratando de imaginar ser norteamericano y de paso encantar a los niños prometiéndoles de todo lo que jamás les podría dar. Eso es la zona 1, es el interior de una ciudad fantasma, donde hay cien casas abandonadas en los alrededores según la municipalidad.
Pero La Reformita se volvió eso que todavía hoy sorprende. Se volvió el lugar donde he vivido más tiempo, he escrito y leído a pesar de todo, que con el tiempo se ha vuelto un lugar milagroso. He tenido la suerte de tener alrededor gente amable. Una suerte de casera misteriosamente comprensiva con mis horarios y con mis fechas de pago. Solo una vez la vi seria y me preguntó con toda la sincera complicidad de sus años:
- ¿Hey usted, dígame la verdad, de qué trabaja?
- Soy escritor – le dije.
- Ha, menos mal –me dijo y yo me quede riéndome conmigo mismo de la diferencia tan reducida que hay en esa vida liberal entre los bandidos y los poetas. Pero no, soy tan noble que no mato ni a una mosca y me gustan las mariposas traicioneras, los conciertos de grillos y ver las estrellas como idiota. En el fondo de esa colonia hay un excelso amor secreto, como esa línea fronteriza entre la realidad y la fantasía.

Carta a un padre adolescente

 Entre la risa y la muerte

Rebasar el sueño es despertar en otros. 
El concierto era el título en tus ojos.
Siempre las cosas que queremos decir
se esconden.
Hay callejones terribles en tu mapa.
Los puntos suspensivos
la risa pagana
el desvestir
el cerrar las cortinas
y lo negro.

Alguien se ahoga y goza.
Purpura la sangre espera
gritar como un niño
los cielos azules
tus labios rojos
el pirata en la pantalla lunar
el mar plástico
el sueño de la modernidad.



Carta a un padre adolescente

La verdad que es dificil vivir con tanta libertad.
O vivir sin ella.
Se te cierran los labios.
Pareciera que no tuvieras amigos.
Algunos te presienten muerto.
Otros te prestan dinero sin que se los pidas.
Otros te dan consejos.
Lo tenes todo pero no levantas los ojos.
Tus pobres padres te dan lo último que tienen.
Luego mueren apenados, o no se mueren.
Solo esperan la hora
el día
el segundo
el instante preciso en el que tu grito se mezcle entre los perros.

La verdad es dificil no saber que le pasa a uno.
pudiendo morir en paz
lleno de días
vas por allí pidiendo la muerte.

Otros siguen.
Se van a casa y cenan con sueño.
Luego se duermen y se sueñan cenando.
Mucha libertad también puede parecer otra carcel.

Tema 2: La pelota.

Veo a dos niñas jugando con sus trastecitos. 
Muy animadas. No pueden moderar sus gritos para hablarse una a otra. Es el trip, son felices así, así organizan su juego. Su rol. Un niño se acerca y lo separan con una mirada pero el, imposible o rebelde, se adelanta. El papá le dice, nene ahora ellas van a jugar de puntos, es una competencia, vamos por la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota. la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota. la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota. la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota. la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota. la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota. la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota. la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota. la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota. la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota. la pelota, la pelota, la pelota, la pelota, la pelota. 
Todavía estoy oyendo el eco.

jueves, 12 de diciembre de 2013

LA CALLE ES GUERRA





Wingo Joaquin Meduso, el detective de policia, pensaba que una noche antes había tenido un sueño terrible, una pesadilla. Le contaba a un colega que soñaba que entraba a un cuarto que más parecia un orinal de putas, había una mesa al medio y dos muchachos sin camisa, tatuados, como en extasis, con filosos machetes, descuartizaban a una persona en pedazos muy pequeños. Recordaba que una señora mayor observaba la escena y al verlo entrar le dijo "ya ve usted, esto le pasa a los hijos mal portados". Lo dijo con una naturalidad escalofriante. Al fondo otro joven le ponía a la otra víctima un tubo en la aorta y le daba vueltas a un grifo muy lentamente, mientras el agua corria por sus venas limpiadolas, hasta otra mangera en el pie derecho donde iba saliendo a presión toda la sangre espesa, que poco a poco, mientras corría por todos lados iba aclarandose hasta terminar siendo un fluir de agua pura con algunos coagulos.
- Acaban de encontrar una bolsa llena de eso que soñaste.  
- ¿Qué?
-Si, me sorprende detective que no se haya enterado, pero esa es la noticia pricipal. Pero, solo es algo que se relaciona mucho con lo que me acaba de contar.
- Faltan cuatro días para navidad
- Eso ya no importa ahora, no estamos asegurando que es el fin del mundo, pero por lo menos para esas gentes el tiempo ya se les acabó.
- La calle es guerra - dijo Meduso, y se fue con su café frío.

domingo, 17 de noviembre de 2013

TELETRANSPORTACIÓN I



                Desaparecer es aparecer en otros lados, en otras circunstancias, necesarias, quizás muy necesarias. Uno se preocupa un poco. Porque eso de desaparecer de un cuarto y aparecer en otro es como tele-transportarse y hasta con otro nombre.
Pero no, uno sigue siendo el mismo aunque se pulverice. Uno es cada vez más uno mismo de esa forma fantasma, en cuanto, para los demás uno termina siendo cada vez más inminentemente otro.  Es parte de esa vida difícil en la que uno no puede quedar bien con todos por no poder ser omnipresente.
Habrá momentos en los que ese personaje invisible, en esos lugares intente llegar tal vez como un murmullo de palabras aprendidas. Recuerdos de momentos. Es como ensayar morir. Esos que desaparecen tan pronto son aquellos que desconocen esas leyes inmutables y confían en cierta transitoriedad corporal.
Cierro los ojos y todo se vuelve imaginario. Sueño que voy por una calle que se alarga demasiado hasta tenderse como cuerda. Esa cuerda es ahora una larga transparencia en la que yo mismo cruzo.
Los demás cierran los ojos y me desvanezco.  No se puede saber completamente todo, todo el tiempo. Desaparecer es ignorar una parte, dejarse llevar por otras palabras a punto de desaprenderlo todo.
Todos somos intermitentes y con eso quiero decir que he visto que no se puede estar eternamente presente, sino que otros nos mantienen vivos en esa materia gris que se llama mente.
Soy la huella en la arena de la playa, pero mi cuerpo no está. Soy el agua, el aire, el diamante, todo lo transparente, lo que puede al darse vuelta lograr un flash. Toman la foto y solo aparece el bajo relieve de dos pies sumergidos en la tierra. Soy el nuevo hombre invisible.
Lo que pasa es que la gente quiere a menudo desaparecerse por un momento y olvidarse de todo. A mí me pasa lo contrario, ahora que me siento a pensar, quisiera aparecer un momento y recordarme de todo.  A veces uno se eclipsa como un juego para intentar ser un demente huyendo de algo que lo persigue a uno de una forma obsesiva compulsiva.


Cuando uno se repite, entonces es necesario desaparecer. 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

MUNDO 69



Venimos de las figuras que se formaban en los pisos de la abuela.
Venimos de los periódicos abandonados donde siempre hubo un golpe, un golpe de estado.
Venimos de las rajaduras de la piedra.
Venimos de los crayones de cera.
Venimos de los juguetes que rompimos para saber qué había adentro.
Venimos de los royos de fotos no reveladas.
Venimos de los programas de televisiones en blanco y negro.
Venimos de la mesa con manteles de plástico.
Venimos de las colchas donde se nos enredaba el sueño a las siete en punto.
Venimos de las calles de tierra.
Venimos de la ignominia y el semáforo en rojo.
Venimos de la salida detrás de los jardines.
Venimos del olvido de cientos de padres que no vivieron en Comala.
Venimos de la sangre en la nariz.
Venimos de los cuadernos de ochenta ojos y el lápiz Mongol.
Venimos de la caries y los cepillos de dientes amontonados.
Venimos de los cincos y los trompos y los yoyos.
Venimos de la placenta de nuestra madre sola comiéndose las manos.
Venimos de los cinco centavos, los diez centavos, los veinticinco centavos.
Venimos de las bancas negras de las iglesias blancas.
Venimos del llorar con mocos y volver a reír.
Venimos de lazos que solo se unían a la ropa, no a los cuerpos.
Venimos de la calle.
Venimos del barrio.
Venimos de allá donde los barriletes se nos perdieron.
Venimos de acá.
Venimos de la ausencia de todo y la imaginación de todo, esos milagros.
Venimos del tercer mundo.
Venimos del otro lado del mundo, de este lado, de los cuatro puntos cardinales que se inyectan ahora mismo en este nudo ciego.
Venimos gritando, vamos hablando de lo que queremos.
Venimos del pozo de los ojos humildes de nuestros abuelos curtidos por la sal y el azúcar que jamás negaron.
Venimos de los agujeros en las láminas.
Venimos de las grietas en las puertas.
Venimos de las aulas sin ventanas.
Venimos de los maestros y la regla.
Venimos de muchas formas, de muchos lados,
venimos del mono, venimos del hombre, venimos de Dios, del maíz.
Venimos sobre todo de la luz y la noche a decir tan solo una palabra no dicha antes.

Haber, ensayemos.

-
 Fotografía Ana Alvarez Errecalde.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Poema/ A Lou Reed



Hace tres años, iba volando en el carro verde que luego quemamos con un dealer, corriendo era volando, viendo todos eso barriletes como manos de gigantes arcoíris, como duendes vimos como trataban de elevarlos entre el viento de muertos amarillos llenos de flores de cementerio y polvo.
Era entonces un primero de noviembre cuando nos sentamos a la mesa y pude asustarme de lo próximo del otro mundo frente a la comida y un amor pagano casi ancestral en el inciezo. Todos esos años de la mano viendo a las lloradoras cobrar por cada lágrima en los mausoleos de tres tumbas, tras bombas y marichis, luego los fantasticos almuerzos rodeados de vasos medio vacíos de risitas y llenos de recuerdos. Dos años antes leía a un muerto legendario llamado Lord Byron, un tipo de esos antiguos con una pluma esculpida en un sombrero. Antes de eso estuve en una fiesta de Halloween disfrazado de vampiro bailando con una colombiana deshonesta que a mi me pareció una virgen volátil, una pieza de aquelarre; era entonces tan hambriento de experimentar el tiempo, luego estuve en una playa celebrando un comienzo de noviembre, entre fogones en el suelo y más que inciensos, mujeres sonrientes, era parte del paraíso, hasta que me vi despidiendo a algunos, visitando tumbas aburridas y monótonas que más que recuerdos me daban lastima, imaginando rostros desfigurados, pedazos de huesos incinerados por el moho, hechos polvo, de nuevo la carne transfigurada y las flores naciéndoles del musgo destruyendo la piel, eran esos tiempos en los que entendí la muerte y la vida más aún que las carencias o el gobierno del silencio y sin sangre.
Me acercaba a las tumbas y miraba lodo, átomos obligando al polvo, estrellas apagadas todos, algunos eran como el reflejo opaco de lo que venía tramando el cielo. Ahora ya no quedan más muertos, sino amor y fantasmas.

Escrito en San Marcos La Laguna/

domingo, 20 de octubre de 2013

INSTANTANEAS DE UNA PRESENTACION DE LIBRO



Yo iba a la Alianza Francesa con la plena certeza de que iba a salir riéndome de las ocurrencias de Juan Pablo Dardón que ya tiene una ganada fama de cínico y extravagante. Pero no fue así. A veces valen la pena estas presentaciones de libros. No siempre son esas rancias conversaciones sobre el origen arcaico de la palabra en las cuevas de Altamira hasta la entorchada obra que se presenta y se vende como la última novedad del cosmos. Este final fue tan bueno que más de alguno hubiera pensado que se había ensayado.
El libro presentado fue Fe De Rata, un blog hecho libro, algo histórico según lo demuestra el hecho original de Punto de Lectura de ir a la inversa, de lo digital a libro impreso. Toda una celebración a la que asistí desde la tercera fila del salón de exposiciones de la maravillosa Alianza Francesa. Allí rodeados de la Querida Familia, una exposición que cierra hasta el 31 de Octubre, pudimos oír los comentarios de Trudy Mercadal y Francisco Alejandro Méndez. Un muchacho al lado mío jugaba Candy Crush si ponerle atención a nada más que a esos movimientos desde su Mini-Tablet, mientras yo hojeaba el libro que me parece una miscelánea entretenidísima, tan diversa que se puede empezar a leer con la plena libertad del azar. Es pues, un libro de viaje, entretenido, que en momentos dice certezas poéticas que solo la ternura de la mente comprende. Así como dijo Trudy también se vuelve un libro histórico, un libro con pequeños cortometrajes de cierta contemporaneidad explosiva.
Francisco Alejandro Méndez me pareció un maestro en la historia de la crónica en Guatemala y fue más allá, habló de que el primer blogger fue Cristóbal Colón, ojos y oídos de los Reyes de España; pasando por Bernal Díaz del Castillo hasta llegar a Enrique Gómez Carrillo y sus crónicas de viajes. Habló del periodismo y en un momento nos trajo a la realidad de que fue cierto lo pronosticado por Humberto Eco, que el libro no pasará de moda.
Juan Pablo abordó el tema viendo desde su silla al último asiento. Leyó algo importante que sacó de algún lugar cerca de su asiento, una hoja de papel bond, blanca, pálida y doblada en cuatro que fue desdoblando conforme iba contando quién era la autora, Clarise Lispector. En ese momento me di cuenta que estaba hablando en serio. Lo demás fue épico, un ataque de tos después de terminar el último trago de vino, que estalló en una carcajada del público cuando Alejandro Méndez le ofreció un embase de licor de esos metálicos que llevan a menudo los periodista de nota roja en las películas de matones. Me imaginé a los dos cuando se conocieron en un Kareoke, pero ya no me pude reír, había empezado la tierna carta que le escribió a su hijo para su cumpleaños, una carta tan aguda como la hoja de papel que corta con su filo hábil y delgado, hasta el final, cuando se levantó a darle un abrazo a su hijo que sollozaba como todos, unos más visibles que otros, en esa sala donde resonó un largo aplauso.

HISTORIA APÓCRIFA DE LA PALABRA



Hace muchos años cuando no existía el polvo y los átomos olvidaban su nombre en explosiones silenciosas ya existía la palabra. Era dibujo de cristal, transparente como el fuego invisible. Antes de eso la boca del espacio guardó silencio hasta que pronunció la luz. Entonces dijo al hombre y el hombre entró gateando como un niño, como un viejo prematuro. La palabra entonces le hervía por dentro como un magma, pero el hombre siendo tan reciente no supo como predecir la vocal que le nacía entre los miembros, desde la sangre. Hace muchos años, el hombre por fin se puso de pie y ya grande como un gigante que se balancea sin saber a donde ir, por fin se preguntó cómo era posible que siendo de polvo y agua, tuviera largos sueños donde no intervenía el suelo. Se dio cuenta que en los sueños hablaba. El lenguaje, pensó, es divino, y así fue como entendió que no estaba solo.

La palabra se dibujaba entonces en los labios. Detrás de todo lo simple fue naciendo, y entonces las palabras eran pocas, tan pocas que la gente no podía inventar mentiras.

La autoridad de la barbarie

Me ha parado la policía: ¿Documento de identificación? No lo traigo, respondo. (Los dos oficiales muy serios), uno de ellos alza un cuader...