viernes, 20 de julio de 2012

MAKESTARS!

MAKESTARS!
Y te sentí tan lejana, mas allá de mi alma y estabas en silencio como una estrella al límite del sol, tan callada como una lejana montaña. y fui en busca de tí a todas las regiones, y aún allá donde reina la soledad. Y te busque más que nada en mí mismo, en mis sueños, la muerte, y encontré tantas mujeres idénticas que se llevaban hasta mis velas, caminando por corredores recónditos, con todo y sus bellos cuerpos de mármol con todo y sus enormes corazones de plata que mostraban en las fiestas, así, se iban, con sus ojos de egipcias, con sus caderas de ónice y sus pechos de jaspe, sus piernas tatuadas de nombres y pequeños cupidos diciendo esas viejas palabras de amor que ya no usaba nadie. Pero tu no eras así, como ellas, eras nueva como el misterio, como la palabra que descombra lo cotidiano. Apareciste acá como cualquiera que me pregunta la hora a plena calle con tus mismas manos tiernas, y tú grito fulgurante, tus pies descalzos tu cuerpo secreto como divino, toda tú envuelta en versos, volviste a mí en el poema.

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