miércoles, 6 de marzo de 2013

PERSONAS/ Carlos Fuentes.



El último libro de Carlos Fuentes lleva, como esos barcos fantasmas, algunos personajes que vivieron muy de cerca del autor de Cambio de piel. Algunos tan buenos en su oficio como William Stiron o Julio Cortazar, otros tan sobresalientes en la política y otros tan sorprendentes como Lillian Hellman o Luis Buñuel. Pero me sorprende que no haya dedicado un capítulo a García Marquéz, quién fue uno de los inseparables desde su llegada a México. Esa ausencia entre los personajes que va relatando con un gusto entrañable Carlos Fuentes, me parece un olvido letal.

Sucede a menudo que los halagos terminan siendo, si son con gracia y justicia histórica, pistas para revelar caracteres, manías, gustos. Ciertos cómplices de alguna forma de actuar específica y común. En el caso particular de este exiliado de la muerte, adoraba con todo su corazón la entrega total a las causas de la armonía internacional y la imaginación. Carlos fuentes empieza hablando en su libro póstumo de Jean Daniel, un francés parecido a los personajes de Graham Green o Eric Ambler. No es casual, es estrictamente premeditado hablar primero de esa gente que el llamaba “la más inteligente del mundo”. Es premeditado además, que en algunos capítulos del libro se cruce un suceso: la toma de posesión de François Mitterrand. Sin embargo habla con justicia de los buenos norteamericanos y de esa Norteamérica original que dio a luz a grandes artistas.

Hay un excelente retrato, por ejemplo de André Malraux. De Pablo Neruda casi un ensayo profundo sobre el por qué de su fama mundial. A mi no me importan tanto los quehaceres de los políticos pero bajo la prosa vagabunda y erudita, parecen seres de una novela donde cada uno sabe su carga elemental de movimientos en ese tablero que se extiende desde el Zócalo de la ciudad de México (ó desde cualquier parte del mundo). Carlos Fuentes creía en su labor embajadora y habla de Bill Clinton como uno de los más inteligentes presidentes de américa y, de Lázaro Cardenas a profundidad.

Pero hay algo en el libro que me llama la atención por su labor promocional y más que ello, por su interés, hasta el final, por las mujeres listas y bellas. Claro que en este caso, desde una perspectiva intelectual, pero no sin cargar cada frase de sensual entrega a sus encantos. Los títulos son Tres mujeres desconocidas: Edith Stein, Anna Ajmátova y Simone Weil. Y Dos mujeres por conocer: Susan Sontag y María Zambrano

Personas, ese es el nombre del libro. Me parece todavía curioso que comience con un periodista y terminé con un político. Ambos hombres de acción y no de un poeta, quizás otro olvido voluntario: Octavio Paz con quien también conversaron alguna vez.

Lester Oliveros Ramírez.

No hay comentarios:

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...